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La Leyenda del Dorado

Crónicas campesinas

Relato campesino Si compadrito, así como lo oye. En aquellos tiempos el hambre nos hacía retorcer las tripas, y en las noches sin luna nuestros taitas bajaban del cerro a conseguirnos la comida pa´que jartáramos. También  no podíamos hacer hogueras, porque si no esos pájaros grandes de metal, disparaban fuego por los costados, aunque lo  malo de todo era mordernos la lengua y no gritar, así la muerte nos cubriera pa´siempre con su manto negro, mientras los aullidos de los perros nos informaban de los desconocidos que merodeaban en el monte. Así crecí y di mis primeros pasos en la vida. Unas veces escondido entre los matorrales, y otras en la finca medio abandonada rodeado de los taitas, las hermanas, las gallinas, los marranos, y un caballo viejo  regalado por el antiguo dueño de todas esas tierras. Cuando podía iba por las mañanas a la quebrada que ahoga el canto de los gallos y el silbido de las aves por el tronar del río en su  desembocadura...

Libros del tercer mundo

Recordando a Aura

La leyenda del dorado