La sombra de mí sombra no es lo mismo que yo, ni es la sombra tuya ni de ningún otro u otra, sino la única parecida a la sombra de tú sombra de otro u otra. Como quien dice: "Es de todos un poco, y de ninguno también". Ella rondó a través de los pensamientos de Julio César o de Napoleón. También estuvo al lado de Bolívar o de San Martín. Acompañó a los cristianos en su cautiverio, y los siguió hasta su máximo esplendor en la edad media. Todavía nos persigue, como una sombra que no es sombra. Cuando nosotros escupimos, la sombra deja ver el esputo en el suelo. La sombra de mí sombra hace lo contrario. Probablemente se ríe, o blasfema de cansancio. Ella se escurre dentro de los libros acumulados en las bibliotecas, o en la memoria de los computadores a donde desandan los siglos en segundos. Procura no estorbar los pasos de cada hombre. Deja que meditemos y sopesemos las inquietudes actuales, y espera pacientemente nuestras equivocaciones para hacernos vibrar con su concie...
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